Construido en el año 1878, el Antiguo Templo Anglicano poseía piso de baldosas y un pasillo central donde podían apreciarse cruces grabadas sobre el suelo indicando el lugar de los cuerpos de los forjadores de la colonia allí sepultados.
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El templo fue restaurado completamente en 1994, no obstante aún puede accederse a contemplar los restos de los recordados alejandrinos a través de una escalera que conecta con el subsuelo, un espacio frío y húmedo de apenas medio metro de altura que debe recorrerse agachado.
Actualmente, una placa de mármol existente en las paredes del Templo, recuerda los nombres de aquellos impulsores de la colonia, así como las fechas de sus muertes en manos del indígena.
En el 107 aniversario del templo, la Comisión de Fomento de Alejandra lo declaró Monumento Histórico Comunal, asumiendo el compromiso de custodiarlo y preservarlo. Poco después fue declarado Monumento Histórico Provincial.
Se encuentra erguido frente a la plaza.
Conservando el típico estilo inglés en su techo a dos aguas y sus galerías exteriores, la Casa de la Cultura y el Museo de Campo constituyen un interesante espacio que ningún visitante de Alejandra puede dejar de visitar si desea comprender la historia y la idiosincrasia local.
Mapas, cuadros, fotografías, viejos muebles rescatados de las casas del pueblo, objetos de la época de la colonización hacen a la magnífica colección en el intento de explicar el pasado y el desarrollo de esta localidad.
El museo cuenta con tres salas: en las dos primeras se expresa la vida de campo, y en la tercera se busca reconstruir la vida del aborigen a través de restos de vasijas, huesos y otros tantos materiales de gran valor arqueológico.
La Casa de la Cultura y el Museo de Campo se ubican a sólo una cuadra de la plaza principal de Alejandra.
Levantada en honor a uno de los pioneros forjadores de Alejandra, Andrés Weguelin, en el exacto lugar donde habría sido asesinado por los nativos al intentar defender su ganado y sus bienes, esta Cruz constituye todo un emblema de la historia local.
Un lugar que no puede dejar de visitar a su paso por Alejandra, ya que a partir de él es posible recrear gran parte del pasado alejandrino y costero.
Se halla ubicada en una plazoleta, a tres cuadras de la plaza principal.